Los campesinos del Destino Nahuelbuta provinieron de zonas cercanas y llegaron a este territorio motivados por la entrega de tierras de montaña en Nahuelbuta por parte del Estado.
Fue una colonización tardía que impulsó el ministerio de Tierras y Colonización, a través de la Caja de Colonización Agrícola en 1935. Así el Estado pudo formar, dirigir y administrar colonias agrícolas. Un 50% de los fondos asignados por ley se destinaron a la compra y explotación de terrenos cultivables desde el río Bío-Bío al sur, con especial atención en la Isla Grande de Chiloé y Aysén.
Con el fin de aumentar la producción agrícola, la Caja compró terrenos y los entregó a los colonos y los campesinos al sur del río Bío Bío.
Casado y con buenas costumbres
Los campesinos sólo tenían derecho a obtener su título de propiedad cuando tuvieran amortizado el 5% del precio del lote entregado. Cada parcela podía tener una extensión mínima de 20 hectáreas y máxima de 100 hectáreas.
La ley estipuló que “el interesado” en adquirir una parcela o lote debía ser casado, mayor de 20 años, ser sano y de buenas costumbres y sin ninguna propiedad rural, entre otras condiciones.
La explicación de Vegas Blancas
En 1936 se concretó la venta de la hacienda “Vegas Blancas” que pertenecía a Joaquín Díaz Garcés, diputado de la República en ese entonces.
El Decreto Ley Nº 720 oficializó la adquisición del fundo de 10.680 hectáreas y destinó 5.415 hectáreas al Parque Nacional Nahuelbuta que se creó en 1939.
Otras 420 hectáreas al este del parque quedaron como reserva forestal y se dejaron 90 parcelas con fines agrícolas.
Algunos de estos campesinos mantienen islas de bosque nativo rodeadas por un mar de plantaciones exóticas de empresas forestales en la actualidad.
“Son pequeños fragmentos, en su mayoría de menos de 100 hectáreas, muchas veces degradados, pero de gran valor biológico por tratarse de remanentes de tipos de vegetación casi desaparecidos en la actualidad. Su valor también es consecuencia de su papel en la producción de agua para estas localidades y otros poblados mayores. En su conjunto, estos fragmentos de bosques abarcan alrededor de 19.000 hectáreas”, señalan David Teklin y Rodrigo Catalán en “Bosques y comunidades campesinas del sur de Chile”.
Un pasado cercano
Las labores y roles familiares y comunitarios que actualmente cumple este campesinado no se diferencian de los desempeñados en el pasado.
La WWF indica que los hombres adultos se encargan de los rastrojos agrícolas, de la extracción de la leña y de la crianza y comercialización de animales.
Las mujeres, en tanto, se preocupan de las labores domésticas, de la crianza de los hijos y también de “algunas labores productivas como la recolección de productos forestales no madereros (PFNM): principalmente avellanas, destinadas a la venta en los mercados locales y hojas de ñochas con las que hacen cestas artesanales. Los niños ayudan en las labores de recolección de agua y leña, así como en el cuidado de los animales menores”.
El Cantar Campesino
En el sector Vegas Blancas, funciona la Ruta de la Avellana a cargo de Etelvina Soto y María Canales. También está uno de los pocos molinos que mantiene su estructura en pie en la Escuela Juan Ferrière Caire.
Hacia la tercera semana de enero se realiza el “Festival del Cantar Campesino de Vegas Blancas” que reúne a cantautores del área de Nahuelbuta. Además, se realizan juegos populares, se expone artesanía y se ofrece gastronomía típica.